Trayectoria de los estudios de escuelas eficaces
Tras la segunda guerra mundial y hasta la década de los 60, predominó una visión optimista que creía en la influencia positiva de la escuela en la superación o compensación de las desigualdades sociales. En muchos países desarrollados se invirtieron grandes recursos en mejorar el desempeño de sus sistemas educativos. La tendencia en la investigación educativa era el optimismo respecto al papel de la educación en el cambio social.
Sin embargo, en el año 1966 el «Informe sobre igualdad de oportunidades en Educación», (más conocido como el Informe Coleman por el apellido del investigador que dirigió el trabajo), concluyó que no existían evidencias significativas del efecto que las variables de la escuela ejercían sobre el rendimiento de los estudiantes. En otras palabras, la escuela sólo reproducía las desigualdades originales de raza y clase social, independientemente de lo que hicieran los profesores en el aula o del tipo de escuela a la que asistían los alumnos.
En su Informe (1966), James S. Coleman (1926-1995) analizó la escasa influencia que ejercían los recursos educativos sobre el rendimiento.
Toda esta controversia dio impulso a lo que puede considerarse el nacimiento del movimiento de investigación-acción sobre lo que desde entonces se conoce como escuelas eficaces. Los primeros estudios buscaban establecer una correlación estadística entre las variables de proceso y los resultados académicos de los alumnos, sin tener en cuenta aspectos como el currículo, pero permitiendo cierto grado de comparación entre escuelas. Este modelo (de proceso-producto o input-output) fallaba en su lógica economicista de correlacionar tan sólo los recursos (bibliotecas, infraestructura, etc.) con los resultados (rendimiento de los alumnos medido con pruebas estandarizadas).
Últimamente, los estudios sobre escuelas eficaces han comenzado a incorporar modelos más complejos de análisis. Desde estas nuevas perspectivas, interesa identificar y comprender los procesos educativos que pueden estar vinculados con el progreso académico de los estudiantes. Dentro de los procesos que más se han investigado destacan el clima escolar, el liderazgo, la cultura del centro o las formas de organización del trabajo docente, entre otras. Evidentemente, este tipo de estudios utiliza métodos diferentes a los estadísticos, o complementarios a ellos, como los estudios de caso, donde se analiza en profundidad y con una mayor implicación del investigador en el contexto real, es decir, en la escuela y sus aulas.
El concepto de eficacia
El concepto de eficacia escolar se refiere al análisis de los procesos que pueden explicar que se consigan mejor los resultados educativos esperados. Esto ha llevado a estudiar, por una parte, el efecto de los centros escolares en los resultados académicos de los estudiantes (es decir, su peso específico en comparación con otros factores determinantes como el nivel educativo de los padres o el nivel socioeconómico) y, por otra, los factores o variables específicas que se relacionan con mejores resultados educativos.
El concepto de eficacia escolar ha ido cambiando en el tiempo (Marchesi y Martín, 1998; Stoll y Fink, 1999; Murillo, 2003). A continuación, se sintetizan algunos elementos centrales del concepto de eficacia y cómo han ido evolucionando las distintas concepciones que existen:
- En primer lugar, de la consideración exclusiva de las variables de entrada se ha pasado a considerar los procesos, como variables explicativas de los resultados educativos. La concepción inicial de la eficacia, de corte económico o economicista, consideraba básicamente variables como el gasto público o la inversión por alumno. Los modelos más complejos de eficacia incorporan, en cambio, los procesos de trabajo docente, el clima emocional, la colaboración entre profesores y las relaciones entre profesores y alumnos como variables explicativas.
- En segundo lugar, se ha avanzado desde modelos de entrada-salida (del tipo gasto por alumno-resultados de pruebas) a incorporar el valor añadido. La utilización de las puntuaciones brutas del rendimiento académico señaladas conduce a error cuando se analizan aisladamente. El reconocimiento de la situación socioeconómica y cultural de las familias como una variable predictiva primordial del rendimiento, ha dado origen al análisis del valor añadido. Una vez que se controla el efecto estadístico del nivel sociocultural del centro y de las familias, pueden obtenerse medidas más acertadas respecto a la influencia que aporta la propia escuela, en relación con lo esperado según dichos parámetros. Las escuelas pueden aportar más o menos de lo que cabría esperar para un determinado grupo de estudiantes, según su contexto socioeconómico.
- En tercer lugar, desde una forma de entender la eficacia como resultados académicos exclusivamente, se ha pasado a considerar eficaces a aquellas escuelas que favorecen el desarrollo integral de los estudiantes. No basta tener medidas estandarizadas del progreso en las habilidades básicas en matemática y lenguaje. Por ello, se reconoce la relevancia de otros resultados escolares como el bienestar emocional, la autoestima o la actitud crítica y creativa frente a la sociedad. De este modo, también se comienzan a considerar como válidas las medidas de autoreporte de los estudiantes, mediante cuestionarios, por ejemplo.
- En cuarto lugar, la eficacia inicialmente vista como rendimiento medio alto y asociada a la concepción de eficacia como excelencia (sólo para algunos), ha dado lugar a un compromiso más claro con la eficacia para todos. Desde el principio de la equidad, se busca que la escuela contribuya a la obtención de resultados educativos para todos los alumnos y no sólo para los más privilegiados. Es esta visión de eficacia la que forma parte de los principios de la educación inclusiva.
La eficacia busca una escuela basada en el principio de equidad, que tenga en cuenta a todos los alumnos y no sólo a los más privilegiados. En la imagen, dos alumnos de una escuela de Granada (Nicaragua).
En consecuencia, la complejidad creciente del estudio de la eficacia escolar ha dado lugar a diversos modelos, enfoques y métodos para su análisis. Por ello, actualmente la aproximación reconocidamente más completa de eficacia escolar es la que incorpora modelos multinivel. Desde esta aproximación metodológica se trabaja con conjuntos de datos anidados dentro de estructuras jerárquicas o en niveles (contexto escolar – escuela – aula - alumno). Es decir, las variables de contexto influyen sobre el centro, el que a su vez ejerce una influencia sobre lo que ocurre en el aula, y ésta a su vez, influye en los resultados del estudiante individual.
Al revisar la bibliografía sobre el tema de las escuelas eficaces, uno de los autores que aparece con mayor frecuencia es Sheerens (1992, 1997). Su modelo integrado de eficacia incorpora desde una concepción sistémica los distintos factores y niveles que relacionan y explican los procesos y resultados de las escuelas eficaces. En el siguiente apartado, revisaremos un estudio de gran escala llevado a cabo en países latinoamericanos, que utiliza este tipo de aproximación teórica para analizar los factores asociados al rendimiento de los estudiantes del nivel primario de la región.
En definitiva, lo que en un primer momento fue el intento de comprobación empírica de la influencia que efectivamente ejercía la escuela en el progreso de los estudiantes, se fue convirtiendo en un análisis detallado de los factores y procesos asociados con mayores niveles de logro y progreso académico.
En conclusión, hoy sabemos más acerca cuáles son dichos procesos, y aunque estos estudios no dicen mucho sobre cómo un centro ineficaz puede transformarse en uno eficaz, sí nos permiten comprender de manera más matizada y contextualizada la relación de las variables que inciden en la consecución de los resultados educativos (no todo depende del docente, ni tampoco de la escuela, pero la parte que a éstos les toca sí es significativa). Gracias a ello, contamos con bastante evidencia para orientarnos hacia ámbitos de intervención más precisos.

Lo que hace un docente en el aula es una las piezas más relevantes del complejo puzzle de la eficacia escolar.
Fuente: Banco de imágenes del ITE.