Algunos centros tienen una aula de audiovisuales, otros cuentan con monitor y magnetoscopio en varias o todas las aulas. Es conveniente que el alumnado no tenga que desplazarse de su aula habitual ya que así no percibirá el uso del cine como una experiencia extraordinaria o anecdótica ajena a la práctica docente normal, sino como algo plenamente integrado en esa práctica cotidiana.
- Hay que cuidar que todos los alumnos tengan buena visión del televisor. Hay estudios clásicos sobre el tema como el de J.H. Gay Lord (televisión educativa) que señala las pautas mínimas:
-Distancia visual máxima: un poco más de diez veces el tamaño de la pantalla (lo que no es sencillo ya que ésta viene dada en pulgadas y no en centímetros). Así 17" son 43,1 cm y la distancia visual máxima sería 4,3-4,5 metros; 24" son 60,9 cm y 6,2-6,5 la distancia máxima.
-Distancia visual mínima: Gay Lord la fija entre 1,67 m para una pantalla de 17" y 2,43 m en una de 24". Teniendo en cuenta la altura del televisor la distancia entre filas debe ser de entre 1,32 y 1,65 metros.
-Ángulos visuales máximos: el ángulo vertical, desde el nivel normal de la vista hasta la pantalla de TV no debe ser mayor de 30º. Desde el punto de vista horizontal, el ángulo máximo lateral que permita un visionado correcto no puede superar 45º respecto a la perpendicular.
- Hemos de controlar que ninguna de las luces de la sala provoque reflejos molestos. Facilitando estas pequeñas condiciones de ambientación favoreceremos una mejor atención.
- Establecer y cuidar las pautas de comportamiento escolar (postura en la silla, silencio, respeto a los demás,...). Aunque nuestros alumnos asocian cine a comida y bebida, ni que decir tiene que su consumo está totalmente reñido tanto con la atención como con la higiene. Hay otras formas de crear ambiente: hacer dibujos y carteles, decorar el aula con fotos o posters de cine,...
- Debemos preocuparnos del sonido. Muchas veces los alumnos tienen dificultad para seguir los diálogos por una acústica deficiente. Con una inversión pequeña (un pequeño amplificador y dos o cuatro altavoces) notaremos una mejoría que permitirá a nuestros alumnos disfrutar mucho más y a nosotros sufrir menos.
- Se puede mantener una cartelera o tablón de cine con fotos y recortes de prensa de las películas en proyección que se quieren recomendar, noticias de cine, sugerencias para ver en la tele,...
- Una observación que puede parecer superflua a la mayoría pero que se da con cierta frecuencia: el profesor no debe jamás iniciar la actividad de pasar la película sin haberse cerciorado de que los aparatos funcionan y de que él sabe manejarlos. El efecto que produce en el alumnado cualquier error (sobre todo si no se subsana rápido) repercute en la consideración de la actividad con cine como un "relleno" al que el propio profesor ha prestado poca atención.
- La advertencia vale también para la cinta o el dvd: nunca debemos poner un material que no hayamos revisado recientemente. En primer lugar, poner una película, aunque sea por recomendación de otro colega, es un riesgo enorme ya que nos podemos encontrar con escenas inconvenientes para nosotros o para la edad de los alumnos y, lo que es aún peor, que no responde a las expectativas que nos habíamos hecho. Desde el punto de vista técnico podemos encontrarnos con cintas mal grabadas, sin final o, lo que no es infrecuente, con una calidad de sonido que las hace ininteligibles.
- Una película nunca (o casi nunca) debe ser un sustitutivo de una clase preparada. El "pongamos una película para distraerlos" o "porque falta un profesor" no suele funcionar. Es una actividad escolar y, bien preparada, una excelente herramienta didáctica. No debe ser un escape ni una actividad complementaria para gran grupo. Es importante evitar la masificación.
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