Desde hace unos años tres factores han permitido la entrada y creciente presencia del cine en nuestros centros escolares: la generalización de los magnetoscopios y otros medios de reproducción a precios asequibles, el impulso de las administraciones educativas a través de los programas de Nuevas Tecnologías y de formación que acompañaron a la implantación de las reformas educativas y, desde luego, la necesidad percibida desde un amplio sector del profesorado.
Sin embargo los casi quince años que nos separan de la introducción generalizada del vídeo en las aulas no presentan un balance demasiado optimista: se han realizado una gran cantidad de esfuerzos y experiencias pero con resultados no demasiado brillantes. Hay que decir que los equipos se implantaron en los centros pero no hubo formación suficiente ni criterios claros.
Esa paulatina entrada del cine en las aulas se ha producido generalmente partiendo de los temas que el cine podía aportar para fomentar aprendizajes (fundamentalmente en las áreas humanísticas como Historia, Literatura , Filosofía) o para propiciar reflexiones y debates morales o éticos (Ética, Religión, Sociedad-Cultura-Religión,...). A ello se podría añadir un uso como auxiliar lingüistico en el aprendizaje y perfeccionamiento de las lenguas peninsulares (en aquellas comunidades bilingües) y extranjeras.
Como ya hemos señalado al hablar del cine como experiencia, los educadores saben desde hace décadas que la vivencia que el espectador tiene ante una experiencia fílmica abre, cuando la trasladamos a la esfera intelectual, una dinámica de interpretación y reflexión que permite descubrir nuevas perspectivas sobre los diferentes temas que forman el conocimiento. A la hora de elegir el film deberemos destacar su valor temático y su adaptación a los temas a tratar y resistirnos a las propuestas excesivamente "fáciles" de un cine comercial. Debemos buscar films que combinen su calidad fílmica con un tratamiento de los temas que no exija haber cumplido los cuarenta para ser comprendidos pero estamos en un aula y sabemos que no es lo mismo leer una novela que un manga. Ello no significa hacer uso de un cine lejano a la sensibilidad de los alumnos.
|