Criterios de selección > Criterios cinematográficos
La ventana indiscreta. Hitchcock En busca del fuego. AnnaudWillow. HowardTigre y Dragón. Ang LeeLos 400 golpes. TruffautKagemusha. Kurosawa

Cuando hojeamos las diferentes propuestas bibliográficas sobre Cine y enseñanza nos suele llamar la atención el lógico apego que los autores de las mismas demuestran por el cine clásico y los grandes maestros. Las obras (maestras) de Chaplin, Eisenstein y hasta Griffith aparecen una y otra vez entre las más comentadas y recomendadas. Obviamente también aparecen citados los films más emblemáticos de los grandes cineastas del sonoro "clásico" como Welles, John Ford o Visconti. En contadas ocasiones, el exceso de erudición lleva a algún autor a la cita de películas cuyo conocimiento es difícil, no ya en círculos escolares, sino incluso entre adultos con afición (aquel documental que..., el film inacabado de...).

Pretender trabajar con obras maestras sería algo así como intentar fomentar la lectura entre alumnos sin demasiado hábito proponiéndoles el Ulises de Joyce o iniciarles en el comentario de textos con Iliada o La Odisea.

Hay que recalcar que el profesor no tiene por qué ser un cinéfilo empedernido para poder sacar provecho del uso del cine en su aula. Pero, esta reflexión inicial no debe hacernos caer en la postura opuesta. Algunos profesores pueden tener la tentación de ceder a las demandas de algunos alumnos de un cine que parezca de fácil digestión para ellos. Creemos, desde las experiencias de bastantes compañeras y compañeros que hemos ido recogiendo, que las dos posturas sin matices (cine cinéfilo/cine espectáculo) provocan a la larga la frustración de nuestras expectativas cuando decidimos trabajar con este medio en el aula.

Hay pocos libros como "La mirada cautiva. Formas de ver en el cine contemporáneo" de Company y Marzal que se atrevan a acercarnos la estética del cine más reciente con un lenguaje accesible para la mayoría (y sin caer en la apología de todo lo moderno o en la confusión entre éxito de público y calidad). Ver bastante cine (incluyendo el que les gusta a nuestros alumnos), intercambiar opiniones con los compañeros aficionados, leer alguna crítica (algo cada vez más difícil de lograr) y estar atento al televisior son las claves para ir formando criterios propios.

La experiencia nos dice que es bueno empezar con películas que se acerquen al modelo narrativo que el alumno está acostumbrado a ver. Películas de fácil aceptación como, "Shrek", "Tigre y dragón", "Único testigo", "Willow", "El show de Truman",... , son películas perfectas para el trabajo en clase, ya que conectan de forma emocional con los alumnos y abordan temas con gran capacidad de sugerencia. Cuando la dinámica de trabajo en clase se vaya consolidando debemos forzar, de forma paulatina, el recurso a películas con más pretensiones (cine español, películas cuyo estilo narrativo no responda sólo a la lógica del espectáculo). Estas películas, que son con frecuencia las que más nos gustan a los profesores, conectan peor por su ritmo y sus temas con los alumnos pero dan, bien preparadas, mucho juego en el debate y las actividades: las películas de Ken Loach o Fernando León, y otras como "Adiós muchachos", "La boda de Muriel" o "Solas" no provocan el entusiasmo inicial de nuestros jóvenes. Pero bien planteadas, podemos ver cómo películas bastante alejadas de la estética de los alumnos ("El festín de Babette", "Carros de fuego" o "Antes de la lluvia") pueden funcionar muy bien, aunque siempre a costa de un gran trabajo por parte del profesor (tampoco iniciarlos en las integrales, la crisis del 29 o la poesía de Lope suele ser tarea sencilla para el docente ni demasiado lúdica para los discentes).

El paso final es atreverse a acercar el cine clásico a los alumnos. Y no me refiero sólo al cine en blanco y negro o al cine mudo (sólo en contadas situaciones -Comunicación Audiovisual, algunas clases de 2º de Bachiller) podremos llegar a tanto. Pero, cuando nuestros alumnos ya tengan cierta experiencia fílmica, no es tan difícil ver con ellos películas de Wilder, Ford o Hitchcock pero también de Rossellini, Truffaut o ...Berlanga. Al fin y al cabo, estamos hablando de la forma de arte y comunicación más popular de nuestra época. Si nunca perdemos de vista que la experiencia fílmica es personal e intransferible y que somos educadores a la búsqueda de despertar en nuestros alumnos nuevas vías de reflexión y conocimiento, no olvidaremos que educar a través del cine es también educar en el lenguaje y la historia del cine.