Sus primeros pasos profesionales
los da como caricaturista, en una revista humorística, pero
pronto entra en el cine como guionista y ya, en los orígenes
del neorrealismo, colabora con algunos de los más grandes
cineastas del momento, entre ellos Roberto Rossellini.
Aunque sus primeras películas
guardan poca relación con el universo que desarrollará
en su obra posterior, ya en ellas, el cineasta adopta un cierto
sentido suntuoso del espectáculo y de la caricatura, y trata,
aunque tímidamente, uno de sus temas predilectos: la soledad
del hombre.
En Luci del
varietà (1950), su primera película, retrata
el mundo de los espectáculos ambulantes de music-hall; en
El jeque blanco (Lo
sceicco bianco, 1952), presenta a una joven recién
casada que, en pleno viaje de bodas a Roma, abandona a su marido
para conocer a su verdadero amor, el héroe de su foto-novela
favorita; y en Los inútiles
(I vetelloni, 1953), realiza una
crónica sobre los jóvenes holgazanes e irresponsables
de una ciudad costera, durante el tedioso periodo invernal.
Aunque en estas obras predomina el
carácter testimonial neorrealista, ya empieza a configurarse
la personalidad del autor, que no puede evitar una cierta distorsión
en el tratamiento de personajes y situaciones.
Etapa de Madurez |
 |
Su siguiente película, La
strada (1954), es la fábula de un forzudo titiritero
que maltrata a su inocente mujer. En esta obra, ya está presente
el universo poético del autor que continúa evolucionando
en Almas sin conciencia (Il
bidone, 1955), sobre un grupo de estafadores, y en Las
noches de Cabiria (Le notti di Cabiria,
1956), historia de una prostituta de buen corazón que ha
perdido la fe en la vida.
Los personajes de Fellini sufren
en su interior un conflicto entre el bien y el mal, pero al final
aflora su bondad innata que logra finalmente purificar sus espíritus.
Esta etapa se cierra con el gran éxito de
La dolce vita (1959), en la que expone, con todo lujo de
detalles, el despilfarro y la disipación moral de la alta
burguesía y de la aristocracia romana.
La fascinación que provoca
el universo retratado, tanto en el público como en el propio
cineasta, hará de la película un éxito rotundo
a nivel internacional. Ello permitirá a Fellini abordar su
film más ambicioso y personal, Fellini,
ocho y medio (Otto e mezzo,
1963), en el que el autor reflexiona sobre sí mismo y su
cine. También girarán en torno a su figura los recuerdos
y sueños plasmados en Fellini-Roma
(Roma, 1972) y en Amarcord
(1973).
Etapa Final |
 |
De sus últimas películas
destacan: Y la nave va (E
la nave va, 1983), obra bellísima que transcurre íntegramente
en un trasatlántico de lujo, construido en los estudios Cineccità;
y Ginger y Fred (Ginger
e Fred, 1986), con la que realiza un homenaje sentimental
a los grandes mitos del cine norteamericano y dirige una crítica
feroz al universo contemporáneo de la televisión.
|