De 1920 a 1925, Alfred
Hitchcock desarrolla actividades diversas relacionadas con
el cine mudo. En 1925 debuta en la dirección con El
jardín de la alegría (The Pleasure Garden).
Con sus primeras nueve películas demuestra una clara habilidad
para narrar en imágenes, por lo que se le confía la
realización de la primera película sonora del cine
inglés: La muchacha de Londres (Blackmail,
1929).
Hitchcock hace con su cine constantes
experimentos de narración y también innova con técnicas
y maneras de crear suspense. Sus películas son cerradas,
mantienen en vilo al espectador y lo dirigen hasta el final que
el autor desea.
A lo largo de los años 30,
desarrolla en Inglaterra una obra brillante, en la que define su
predilección por los temas policíacos y de intriga,
pero en los que no elude los elementos de orden psicológico,
social y moral a los que aporta una personal dosis de ironía.
Entre sus obras más relevantes de esta etapa destacan Asesinato
(Murder, 1930), El hombre que sabía
demasiado (The Man Who Knew Too Much, 1934), Treinta
y nueve escalones (The Thrity-Nine Steps, 1935), El
agente secreto (The Secret Agent, 1936) y Alarma
en el expreso (The Lady Vanishes, 1938).
En 1940, Hitchcock marcha a Estados
Unidos contratado por el productor David O. Selznick para dirigir
Rebeca (Rebecca, 1940), su primer
film norteamericano que alcanzará un rotundo éxito.
Pero con la irrupción de la II Guerra Mundial, Hollywood
se pone al servicio de la contienda, y Hitchcock aprovechará
la situación política para realizar importantes películas
de intriga y espionaje, Enviado especial
(Foreign Correspondent, 1940), Sabotaje
(Saboteur, 1942), Náufragos
(Lifeboat, 1944), cuya acción transcurre íntegramente
en una balsa, y la genial Encadenados (Notorious,
1946).
En su cine, Hitchcock, muestra con
frecuencia una especial predilección por los ambientes cotidianos,
en los que habita gente sencilla, pero cuya vida se ve súbitamente
sacudida por un acontecimiento excepcional. Una muestra de ello,
es La sombra de una duda (The shadow of
a doubt, 1943), en la que un aparentemente simpático
"asesino de viudas" acaba siendo descubierto por su sobrina.
Otro caso similar es el de Extraños
en un tren (Strangers on a train, 1951), según la
novela de Patricia Highsmith, en la que un encuentro casual desencadena
una serie de asesinatos imprevistos. Pero también en estos
años se inicia la moda de los films psicoanalíticos,
a la que Hitchcock se incorpora con La soga
(The Rope, 1948), estudio de la mente psicópata criminal,
y con Recuerda... (Spellbound, 1945),
exposición de un caso médico sometido a tratamiento
de psicoanálisis. Esta clave psicoanalítica estará
presente en gran parte de su obra posterior, especialmente en Psicosis
(Psyco, 1960) y en Marnie, la ladrona
(Marnie, 1964).
En los años 50, Hitchcock
continúa añadiendo grandes obras a su ya dilatada
filmografía, ahondando en sus obsesiones habituales. Uno
de sus temas predilectos será el del hombre inocente perseguido
por un delito que no ha cometido. Esta es la premisa de la que parten
el drama Yo confieso (I Confess, 1952),
el relato trágico Falso culpable
(The Wrong Man, 1957) y la célebre comedia Con
la muerte en los talones (North by Northwest, 1959), donde
toda la película es como un MacGuffin, una pista falsa que
aparece de vez en cuando a lo largo del guión (o historia)
sin más objeto que tirar de la narración o de aportarle
continuidad. Pero a esta interminable lista de obras maestras, es
necesario añadir otras películas, aún superiores
si cabe, como De entre los muertos (Vertigo,
1958), sobre el tema de la culpabilidad, La
ventana indiscreta (Rear Window, 1954), que constituye una
verdadera lección de narrativa cinematográfica, y
Los pájaros (The Birds, 1963),
obra brillante dotada de cierto tono apocalíptico.
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