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Flaherty grabando Nanook el esquimal Nanook el esquimal Nanook el esquimalMoana El Hombre de Aran El Hombre de Aran


Cuando los hermanos Lumière descubrieron al mundo su gran invento y decidieron proyectar su primera película, El tren llegando a la estación, pusieron sin darse cuenta la primera piedra de uno de los grandes edificios que el cine iba a levantar a lo largo de su historia: el cine documental.

A diferencia de Méliès, al que su aguda mirada permitió rastrear las sendas de la ficción, hubo directores que siguieron explotando el poder del cine para ofrecer una reproducción de las cosas y de los acontenicmientos reales. Tras los primeros noticiarios de la factoría Pathé, con sus realidades reconstruidas, vinieron otras opciones, como la planteada por Dziga Vertov en su Cine-ojo: el director debe filmar la realidad tal cual la encuentra y debe posteriormente organizarla en la fase de montaje.

Antes que Vertov, Robert Flaherty, aporta al cine documental el sentido dramático del que tradicionalmente había carecido. Con Flaherty, tal y como describe Román Gubern el documental alcanza la mayoría de edad. Una de las películas documentales que mejor refleja este hecho es Nanook el esquimal, rodada entre 1920-22.

Flaherty hizo de explorador en sus trabajos de geólogo y cartógrafo y trató de dejar constancia visual de sus descubrimientos y sus relaciones con otras culturas. Perfeccionó su modo de rodar en muchas expediciones y llevaba consigo un laboratorio para revelar y proyectar según avanzaba el trabajo. Investigó grupos humanos e hizo descubrimientos técnicos sobre la utilización de objetivos y de tipos de películas que otros adaptarían después.


Nanook El Esquimal

La película de apenas una hora de duración, describe la vida del esquimal Nanook y de su familia en inhóspitas tierras de hielo. Aparte del interés evidente de su temática, la lucha humana por la supervivencia, el principal atractivo de este documental es la fuerza dramática que cobran los acontecimientos una vez que Flaherty los adecúa en montaje a una narración perfectamente planificada. Mientras los tradicionales noticiarios se limitaban a reproducir la realidad en unos pocos planos, Flaherty aporta a cada mínimo acontecimiento un plus de emovitividad, mediante recursos expresivos surgidos de la planificación, tanto en la filmación como en el montaje. De esta forma, hechos tan cotidianos como la pesca, la alimentación de los prerros del trineo. o la construcción de un iglú, se convierten ante los ojos del espectador en auténticos acontenicimientos. A base de estos pequeños incidentes, Flaherty termina por recrear un guión cuasi-dramático, con todo el realismo del documental, y con todo el interés emocional de los films de ficción.

Tras el éxito de Nanook el esquimal, Flaherty tuvo la oportunidad de afrontar otros retos, entre los que destacan Moana (1925), Sombras blancas en los mares del sur (1928) y Tabú (1931), codirigida con Murnau; y El hombre de Aran (Man of Aran, 1934), aunque la dificultad de su carácter y la rigidez de sus concepciones de autor le condujeron a no querer firmar casi ninguno de sus trabajos. Flaherty ha pasado a la historia como uno de los grandes fundadores del género documental, con un tratamiento creativo de la realidad y con una finalidad tan sencilla de definir como utópica de conseguir, el conocimiento y la conservación de la identidad humana.

Las películas de Flaherty están hechas en el lugar de acción, y son crudas y espontáneas. Su rodaje no era un plan cerrado sino un proceso de investigación del que surgía el estilo en el que Flaherty era un maestro, logrando dar respuestas libres y directas al mundo. Man of Aran es un semi-documental de 77 minutos, que muestra una familia y su lucha contra la violencia de la naturaleza. El director y su mujer, Frances Hubbard, proporcionaron los datos al guionista. Las imágenes las registraron ellos mismos con otros asistentes y son auténticas pinturas cuya composición ha sido pocas veces conseguida. También reflejaron como nunca la violencia del mar. Esta obra les costó dos años en rodarla.

Tras Flaherty, que abandonó el cine por problemas con los productores, el cine documental experimentaría un desarrollo continuo: Grierson y la Escuela Documentalista Británica; el Non-fiction film de New York; la Escuela Documentalista de Cuba... Todas ellas han enriquecido el género, aportando otras visiones y temáticas. Los avances tecnológicos, como la popularización del vídeo y de las cámaras ligeras en los años 60, que permitieron la grabación de acontecimientos en prácticamente cualquier momento y situación. Incluso hoy, con las nuevas tecnologías basadas en la digitalización y la interactividad, se abren nuevos retos ante el tratamiento creativo de la realidad.