El cine sonoro tarda en llegar a la Unión Soviética
debido a que su industria se niega a comprar patentes extranjeras.
Los maestros de la escuela soviética reconocen que el sonido
aporta grandes posibilidades al cine, pero temen que el diálogo
pueda limitar la libertad creadora del montaje. Por ello, en 1928,
Eisenstein, Pudovkin
y Alexandrov publican un célebre
Manifiesto llamado "Del Contrapunto orquestal
de la imagen-visión y de la imagen-sonido", en
el que proclaman el empleo antinaturalista y asincrónico
del sonido.
El gobierno soviético limita
la importación de películas extranjeras e incorpora
el sonido al cine como nueva arma ideológica para reforzar
los mensajes propagandísticos y didácticos de las
reformas y la revolución. En esta situación, Eisenstein
y Pudovkin, se dedicarán principalmente
a la enseñanza en el Instituto de Cine. Serán los
años en los que Eisenstein desarrollará
su valiosa obra teórica.
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