En general, en las primeras películas de la historia del cine se
trabajaba con un lenguaje simple, solo se rodaban planos generales
fijos, de naturaleza teatral.
Después, a partir de las
combinaciones de elementos espaciales y temporales de Griffith,
y de las investigaciones en el montaje de Eisenstein
y Pudovkin (para los que el montaje
era la esencia del cine), el cine ha ido adquiriendo un lenguaje
propio, y sigue en constante evolución.
Este lenguaje se basa en el montaje de planos, narrando acciones que intenten acomodar los cambios de plano a la forma natural del ser humano de percibir la realidad. Se dirige su atención de forma natural, de forma que cada cambio de plano intenta dar la información que en ese momento demanda el espectador.
Una vez escrito el guión, este pasa a manos del director, que será el máximo responsable de las fases de rodaje (rodar planos) y de montaje (montar los planos rodados). Esta responsabilidad se traduce en la toma de una serie de decisiones, que afectan fundamentalmente a dos parámetros: espacio y tiempo.
Espacio: Básicamente, qué tipo de plano se va a rodar en cada situación. Esto es, qué tipo de encuadre: por ejemplo, un primer plano del personaje. Hay una selección espacial: de toda la escena, se "selecciona" un espacio que abarca el busto y rostro del personaje (primer plano). En este momento, empiezan a surgir implicaciones expresivas. Por ejemplo, este primer plano conllevará cierta carga de intimidad, de aproximación al personaje, etc. Además, si este primer plano se hace con la cámara enfocando desde el suelo, tendremos un plano contrapicado. Es otra "selección" espacial, puesto que de todos los encuadres posibles, el hacerlo contrapicado (desde abajo) ofrece un peculiar aspecto visual y tiene otras implicaciones expresivas: el personaje, probablemente, se verá relativamente engrandecido respecto a un plano sin angulación (con la cámara en paralelo al suelo).
Tiempo: En la fase de montaje se "selecciona" cuánto va a durar un plano en pantalla y en general cómo se van a articular las duraciones entre unos planos y otros. Por seguir con el ejemplo anterior, el primer plano del personaje puede durar cinco o veinte segundos en pantalla. Lógicamente, que tenga una u otra duración tendrá sus repercusiones expresivas, por un lado, y rítmicas, por otro. Además, entre este plano del personaje y el siguiente pueden transcurrir décimas de segundo (montaje continuo) o años enteros (elipsis). Con estas duraciones entre planos se va creando el tempo especial de la película.
Ambas, espacio y tiempo, son decisiones narrativas. Además, el director debe tomar otras muchas, también fundamentales (iluminación, dirección de actores, toma de sonido, etc.), pero estas dos son las que van dando forma a la película como narración, como gramática, como lenguaje.
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