Otros géneros |
Para Aguiar e Silva31 "el cuento es una narración breve, de trama sencilla y lineal, caracterizada por una fuerte concentración de la acción, del tiempo y del espacio". Por su parte, Cervera32 afirma que "El cuento es un relato cerrado, frente a la novela, a menudo abierta. Tras el final feliz que deja zanjado el relato, precisamente con este carácter irrenunciable para el cuento infantil, puede surgir la prolongación onírica o fantástica, pero el relato queda terminado ya. En cualquier caso será una prolongación, fruto de la decisión personal, pero no del aliento que aporta el texto como en la novela abierta".
Dentro del género hay que distinguir entre los cuentos tradicionales, populares y de hadas, y los cuentos literarios creados expresamente para niños. Esta diferenciación no excluye que, en muchos casos, el cuento literario utilice elementos, fórmulas y estructuras del cuento tradicional. Nobile, hace una clara definición del "cuento de hadas", como "un relato fantástico de origen popular, de transmisión oral, con abundancia de elementos maravillosos, y protagonizado por seres sobrenaturales (hadas, brujas, ogros, gigantes, duendes...) que se mueven, junto con otros personajes de la narración, en una esfera de atemporalidad, en un mundo abstracto, de sueño, y que tienen como dotes fundamentales la gracia primitiva y la ingenua frescura."33
Los cuentos populares, siguiendo la opinión de Thompson34, se pueden agrupar en tres bloques:
El mundo de los cuentos es vasto y atractivo, tanto como discutido por unos o ponderado por otros; en el ánimo de poder conocer más a fondo el origen de estos relatos y de reflexionar sobre distintos aspectos de su estructura, personajes y valores formativos, se propone a continuación la lectura de dos interesantes artículos:
El profesor López Tamés35, en sintonía con los planteamientos de Juan Cervera, establece tres significados atribuidos a la poesía infantil:
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Como ampliación de este breve escaparate de la poesía infantil se propone la lectura de dos artículos que trazan un panorama de autores y obras y definen las características principales de la producción poética contemporánea para niños:
El teatro para niños Dice Cervera, autor de una Historia crítica del teatro infantil español36, que "el teatro adquiere una complejidad mucho mayor que la de otros géneros dado que a la expresión lingüística hay que añadir otros recursos que están ligados a la expresión corporal, plástica y rítmico-musical".
Esta situación, continúa diciendo, pone al teatro en peligro de quedar en tierra de nadie; no se trata sólo de la literatura teatral para niños, que convive en estrecha relación con la dramatización y el juego dramático, los títeres y las marionetas, aspectos que salen fuera de lo estrictamente literario y tocan diferentes aspectos de la educación del niño. Muchos de los textos dramáticos que se ofrecen a los niños son revisiones de cuentos populares o de otras obras para niños o adultos.
La producción específica teatral para niños, al igual que ocurría con la poesía, no es muy generosa en nuestro país, y abundan aquellos libros que desde sus páginas dan instrucciones y recomendaciones para montar los textos. Esto denota un excesivo didactismo del género, que queda patente en el maniqueísmo de muchas obras y en la pobreza literaria de muchos de los textos que se ofrecen al público infantil y juvenil y que carecen de las más elementales claves del género dramático: argumentos insípidos, falta de rigor en la construcción de personajes, ausencia de conflicto, etc...
La producción española recoge obras de destacados dramaturgos de principios de siglo, modernistas y de la generación del 98, que empiezan a escribir para niños. Así, Ramón María del Valle Inclán, escribe la "Farsa infantil de la cabeza del dragón" y Jacinto Benavente, "El príncipe que todo lo aprendió en los libros". Otros autores contemporáneos han dedicado también parte de su obra al público infantil y juvenil, como Alejandro Casona, Lauro Olmo, Alfonso Sastre, Carlos Muñiz, Miguel Medina, Luis Matilla o José Luis Alonso de Santos.
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Entre los escritores que cultivan, más en exclusiva, el género dramático para niños, más en exclusiva, están Montserrat del Amo, Gloria Fuertes, A. Gómez Yebra, Fernando Almena, Carmen Vázquez Vigo o Consuelo Armijo.
Entre la oferta editorial existe alguna colección específicamente dedicada al teatro y, al igual que ocurriera con la poesía, algunas colecciones generales incluyen títulos concretos de obras de teatro.
Existen otras publicaciones más específicamente dedicadas a las obras de títeres como las editadas por el Centro de Documentación de Títeres de Bilbao y la colección Titirilibros de Teatro Arbolé de Zaragoza. A través de la lectura del artículo que se proponen a continuación podrá completarse la breve introducción al teatro que se ha intentado ofrecer en este punto; en ellos se ofrece un acercamiento crítico a las características del género dramático infantil, a su situación actual y una interesante batería de autores y obras:
El libro ilustrado es el conjunto de la imagen gráfica y el relato literario; de alguna manera ambas manifestaciones artísticas se complementan: la ilustración prolonga el sentido de relato y el relato busca las orientaciones que conducen a la fantasía por el camino de lo nuevo y diferente. Un libro ilustrado ofrece a los lectores placer, entretenimiento y sobre todo una experiencia creativa y estética.
Si damos a los niños, desde edades tempranas, libros ilustrados sus capacidades intelectuales y artísticas se verán estimuladas y se desarrollarán precozmente sus facultades de crítica y su afición y amor al arte y a la belleza.37 La imagen en los libros para niños no es sólo una propuesta estética, es un modo de comunicación. A través de las ilustraciones de los cuentos, los lectores, desde muy pequeños, pueden conocer el mundo que les rodea, o trasladarse a espacios de ficción. El ilustrador se expresa en imágenes, intenta transmitir realidades estéticas por medio de un determinado lenguaje.
Así, será necesario que los lectores descubran la manera de percibir e interpretar lo que el ilustrador quiere contar. Para ello, el niño debe ver, desde muy pequeño, multitud de imágenes variadas en cuanto a estilo, técnica, contenidos, etc., de manera que se vaya formando como lector de imágenes y se familiarice con ese código.
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En un libro ilustrado, la imagen es lo primero que el lector ve, es la primera impresión de la historia. Tiene varias funciones:
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El álbum ilustrado es un conjunto armónico de ilustración y texto. En algunos casos pesa más la imagen y en otros la palabra. Se trata, pues, de un tipo de libros que busca una comunicación con los lectores, a través de una doble vía: la de la ilustración y la del texto escrito. De esta forma, la propuesta resulta enriquecedora para un lector que debe interpretar dos códigos diferentes. El potencial imaginario del niño juega sobre esos dos registros.
"La lectura de imágenes siempre deja una huella sobre
la sensibilidad de un niño pequeño. Las imágenes participan
en la elaboración del recuerdo y ayudan en el proceso de estructuración
de su propia personalidad." (Jeanine Despinette. Presidenta del Centro de
Estudios para la Literatura infantil y juvenil. París.)
El álbum debe presentar una imagen muy cuidada,
no sólo en cuanto a la calidad de sus ilustraciones, sino también
respecto al aspecto estético del conjunto del libro: la maquetación,
la portada, la distribución del texto y el dibujo a lo largo de las
páginas son elementos importantes en la edición de este tipo
de libros. Características del álbum ilustrado, según
Teresa Durán:
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Entre las lecturas infantiles y juveniles que más interés despiertan, la historieta ocupa, sin duda, un lugar privilegiado. Lamentablemente, esta afición no corresponde con los criterios editoriales, que han limitado la producción, reduciéndola a un pequeño número de colecciones que no refleja en absoluto las amplias posibilidades expresivas desarrolladas en otros países como Francia o Bélgica.
El género parece haberse instalado en una crisis permanente que provoca, con frecuencia, el cierre de colecciones, la desaparición de publicaciones periódicas adecuadas para el público infantil y la escasa reedición de títulos emblemáticos. Esta difícil situación evidencia la necesidad de reivindicar este medio de expresión, promoviendo el conocimiento de corrientes y autores variados, más allá de los escasos personajes y colecciones (Astérix, Tintín, Mortadelo y Filemón...) que, por cuestiones comerciales y por una mayor capacidad de difusión editorial, han monopolizado la atención popular.
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Sin restar mérito a estos clásicos del cómic, cuya
calidad artística es indiscutible, es preciso difundir una visión
más variada y rica en este género, que contribuya al desarrollo
del medio y a su definitiva implantación en el panorama lector
infantil y juvenil. "No olvidemos que estamos ante unas lecturas con entidad
propia, que ofrecen todo un campo de posibilidades para el lector: "despegue
imaginativo, habilidad en el dibujo propio e interpretación de
la iconosfera en la que la infancia vive".38
"Estamos demasiado acostumbrados a oir hablar del cómic como si
se tratara de un género menor. Unos suelen considerarlo una pérdida
de tiempo, una manera tonta de llenar los ratos de ocio.
Otros, por el contrario, adoptan una actitud más paternalista y
afirman que los tebeos son un primer paso hacia la lectura, o un estimulante
del deseo de leer. Sin duda puede darse el caso de que el niño
inicie sus escarceos en la lectura a través de las historietas,
pero no nos engañemos, el cómic es un medio de expresión
en sí mismo, que poco tiene que ver con la literatura a excepción
de los diálogos escritos, que resultan incomprensibles sin un visionado
atento de los dibujos."39
Para conocer mejor el panorama actual del cómic, situándolo en el contexto de un siglo de creaciones, se propone la lectura de Un siglo de viñetas, de Bernardo Vergara. En dicha publicación se ofrecen algunas claves para clasificar y conocer mejor las corrientes estilísticas de la historieta.
A partir de los años 80, los libros informativos (también llamados libros de conocimientos o documentales) empiezan a invadir la edición de libros para niños y comienzan un camino desligados de la escuela, espacio donde permanecen las obras de referencia, mucho más dirigidas a complementar los temas del currículum.
Se abre así un mundo de posibilidades que responde a las variadas necesidades de la infancia. Nos encontramos con libros que ofrecen una enorme diversidad de temas y tratamientos.
El libro informativo tiene dos funciones complementarias: por un lado, debe dar respuesta a las preguntas de los lectores, y por otro, estimular a los niños y niñas hacia otros temas del conocimiento. El placer y la satisfacción que proporciona el descubrimiento de algunos aspectos de la realidad a través de estos libros invita a buscar otros nuevos donde ampliar lo que se ha obtenido o complementar los contenidos presentados.
"Un buen libro debe promover una serie de preguntas por parte del lector
y dejar estímulos para aprender más sobre el mismo tema.
Debe comunicar emoción y curiosidad por los aspectos tratados y
no debe nunca dar como ciertos conocimientos que todavía se discuten
o sobre los cuales hay divergencia de opiniones".40
Estos libros resultan muy atractivos,
pues buscan captar de forma rápida al lector, presentando una portada
llamativa y estética con unos interiores donde destaca un protagonismo
de la ilustración, junto con unos textos muy bien maquetados en
estrecha relación con los dibujos. Es muy importante que
los libros de información sean exactos y precisos en los datos
que ofrecen.
Algunas veces, se encuentran errores debidos a una desajustada traducción o bien a que el libro se ha quedado antiguo. Hay que tener en cuenta que la información cambia y se debe ofrecer una visión actualizada de la realidad.
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Sin embargo, no se puede olvidar que estos libros, además de la función
informativa, tienen una importante función lúdica. El lector,
sin ninguna intención de documentarse o saber más sobre un
tema concreto, se recrea ante imágenes o textos sugerentes. "Quién,
si no ha soñado sobre un atlas, al menos ha contemplado las ilustraciones
de un relato de viajes (situándose en el lugar del explorador), admirado
las fotografías de peces exóticos o de apocalipsis de volcanes,
..."41
El autor debe ser capaz de transmitir
la información de forma exacta, pero si estos contenidos se plantean
con un lenguaje cuidado y unas ilustraciones o fotografías sugerentes,
conseguirá no sólo informar, sino también hacer disfrutar
al lector recreándose, de manera gratuita, en su lectura.