Historia > Años 60 y 70 > Otros Paises

El tambor de hojalata El matrimonio de Maria Braun, 1979. FassbinderEl amigo americanoNicht Versöhnt, 1968. Huillet Alemania pálida madre DielmanLa palabra (Ordet) GertrudTeni Zabatykh PredkovAndrei RublievCenizas y diamantesAmores de una rubia, 1965. FormanTrenes rigurosamente vigiladosLas margaritasSalmo rojoDoble suicidio, 1969. ShinodaMy brillant careerLucíaLa sangre del cóndorDeus e o diablo na terra do sol


Alemania

A partir de 1966 surge un intento de introducir en el cine alemán innovaciones al modo de la Nouvelle Vague, cambios en los métodos de producción y realización, en ocasiones con actores aficionados, sonido directo, escenas y diálogos improvisados, relatos fragmentados, etc.

Se inicia el movimiento en 1966 con películas como Una muchacha sin historia (Abschied von Gestern) de Alexander Kluge, y El joven Törless (Der junge Törless), adaptación de la novela de Robert Musil, de Volker Schlöndorff. Éste seguirá con películas como Vivir a cualquier precio (Mord und totscholag, 1967), y otra adaptación, ésta vez de Günter Grass, El tambor de hojalata (Die Blechtrommel, 1979).

Tras un momento de euforia, las películas no logran ser distribuídas, por ello algunos directores crean sus distribuidoras independientes. También son ayudados, a veces, por la financiación de la televisión. Aunque el movimiento sigue unas formas y un estilo, no se trata de un grupo unificado. Estos son algunos de sus directores:

- Rainer Werner Fassbinder autor de magistrales y conmovedores melodramas como El mercader de las cuatro estaciones (Händler der vier Jahreszeiten, 1971), Todos nos llamamos Alí (Angst essen seele auf, 1974) y Fontane Effi Briest, 1974.
- Werner Herzog, con Aguirre, la cólera de Dios (Aguirre, der zorn Gottes, 1971), El enigma de Gaspar Hauser (Jeder für sich und Gottgegen alle, 1974).
-
Win Wender, con El miedo del portero ante el penalty (Die angst des Tormanns beim Elfmeter, 1971), Alicia en las ciudades (Alice in den Städten, 1973), y En el curso del tiempo (Im lauf der zeit, 1976) en la que sigue estilos de autores como Ozu o Godard, y con la que pretende que el espectador aprenda a mirar. Tras hacer El amigo americano (Der amerikanische freund, 1977), Coppola le ofrece rodar en EEUU.

Otros directores son muy experimentales y a pesar de tener obras maestras, son muy minoritarios y no distribuidos: Wermer Schoeter, Hans-Jürgen Syberberg, Jean-Marie Straub y Danièle Huillet.

También es muy importante el auge feminista de los 70, con una presencia relevante en festivales y salas de cine hasta el punto de que se llama "milagro alemán del cine femenino", con directoras significativas, como la ya nombrada Danièle Huillet, Jutta Bruckner, Helke Sander, Ulrike Ottinger, con Madame X (1977), y Orlando furioso (Freak Orlando, 1981), Margarethe von Trotta, con El honor perdido de Katherina Blum (Die verlorene Ehre der Katharina Blum, 1975), y Helma Sanders-Brahms, con Alemania pálida madre (Deutschland bleiche Mutter (1979).




Bélgica

Chantal Akerman, es una directora de películas experimentales y personales, con tomas largas, en las que cada plano está cuidadosamente compuesto, y cada gesto es el resultado de una precisa dirección. Los argumentos son minimalistas o inexistentes y el espacio es un personaje más. En Jeanne Dielman, 1975 y News from home, 1977, Akerman explora el medio con temas no convecionales, con poco diálogo, muchos sonidos, cámara fija, imágenes atractivas, y como en algunas otras películas suyas, con un punto de vista feminista. Después, en Toute une nuit, 1982 y Moving in, 1993, sigue explorando nuevos medios de expresión.

 

Países Nórdicos

La cinematografía sueca que, en los años 20, había conocido un periodo de gran vitalidad, florece ahora de la mano de una serie de directores atentos a los grandes problemas de la condición humana. La enorme libertad expresiva con que se enfrentan a cuestiones tradicionalmente consideradas tabú, como la temática sexual, convertirá a la cinematografía sueca en una de las más polémicas e interesantes del cine moderno. Destaca entre todos sus componentes la figura de Ingmar Bergman.

Bo Widerberg dirige en 1971 Joe Hill, una obra maestra amarga, de denuncia sobre las desigualdades sociales.

Y en otro de los países nórdicos, en Dinamarca, continúa su labor el autor de La pasión de Juana de Arco (1927), el imprescindible Carl Th. Dreyer, cuya fidelidad a una concepción artística propia y a un espíritu crítico riguroso convierten La palabra (Ordet, 1955) y Gertrud (1964) en verdaderas cumbres del cine universal.



Países del este

El armenio Sergey Paradzhanov dirige Teni zabatykh predkov (1964), Sombras de olvidados antepasados, también conocida como Caballos de fuego salvajes, un tributo a las posibilidades del cine y a las tradiciones del pueblo, película con elementos folclóricos, costumbres, ritos y canciones. La narrativa no es lo más importante , sino los impresionantes logros de estilo, es un tour de force visual, con colores simbólicos, virados, cámara lenta, planos subjetivos, manipulación de la banda sonora, exposiciones múltiples, cámara-en-mano en continuo movimiento y rápidas panorámicas de 360º para enfatizar la continuidad de los temas. A pesar de las trabas de las autoridades, hace El color de las granadas ( Sayat nova, 1969) en la misma línea.

En la Unión Soviética destaca la obra de Andrei Tarkovsky, cuyo reconocimiento internacional será unánime. Es uno de los grandes del cine, radical, polémico pero imaginativo y apasionante, con un lenguaje personal que expresa su visión poética de la realidad y con un estilo inconfundible que por sí solo es como una teoría del cine. Andrei Rublev (1966), El espejo (1974), Stalker (1979) y Sacrificio (1986), son algunas de sus intensas obras.

Andrei Konchalovski, hermano de Nikita Mijalkov, colabora en el guión de Andrei Rubliev y dirige Siberiada (1979)

En Polonia destacan: Jerzy Kawalerowicz, que aborda la superproducción en Faraón (Faraon, 1966), en la que trata el problema, presente en su país, del conflicto de poder entre Estado e Iglesia, ubicándolo en el antiguo Egipto; y Andrzej Wajda, cuya figura se da a conocer con Kanal (1957), retrato de la resistencia polaca a través de los canales del alcantarillado de Varsovia, durante el levantamiento de 1944. Wajda, preocupado por el hombre en sus dramas sociopolíticos, pudo seguir dirigiendo obras magistrales, a pesar de la censura, como Cenizas y diamantes (Propiol y Diament, 1958) que aún es mejor y reconstruye las 24 horas tras la liberación; Paisaje después de la Batalla (Krajobraz po Bitwie, 1970), La tierra de la gran promesa (Ziemia obiecana, 1975), El hombre de mármol (Czlowiek z marmonu, 1977) y Panny y Wilka (Panny z Wilka, 1979), un mundo de emociones y nostalgia, una película lírica con suaves enfoques.

Wojciech Has logra una hermosa película basada en la obra de Jan Potocki El manuscrito encontrado en Zaragoza (1964).

Y en Polonia realizará su primera película Roman Polanski, El cuchillo en el agua (Noz w wodzie, 1962), muy sombría y magistral, un análisis terrible del espíritu. Después abandona el país para hacer películas en Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos, como Rosemary´s baby, 1968, un magnífico thriller de terror y la sorprendente y extraña policíaca Chinatown (1974).

En Checoslovaquia surge la nueva ola checa con realizadores como Milos Forman, Ivan Passer y Jiri Menzel que dirige Trenes rigurosamente vigilados (1966). Las películas de estos directores focalizan pequeños incidentes cotidianos, en lugar de ensalzar los logros del realismo socialista en el que estaban inmersos. Vera Chytilová es la más famosa directora checa, innovadora y polémica, continuadora de la labor de otras mujeres pioneras y también del feminismo. En sus películas, siguiendo la filosofía de Eisenstein, experimenta con el montaje e intenta "formar" al espectador. Las margaritas (Sedmikrásky, 1966) es la más audaz, de montaje brillante, con procesados de color, un tour de force y un tributo a los clásicos como Lumière, Chaplin y Gance. Después se hace menos formalista y dirige películas más realistas.

En Hungría también surge un movimiento similar. Marta Meszaros con películas intimistas y de suma delicadeza sobre la mujer, Adopción (1975) y Nueve meses(1976). Miklós Jancsó dirige películas nada convencionales en su construcción, con largos planos secuencia y constantes movimientos de cámara, como en Salmo rojo (1972).


Asia

El representante de Japón más conocido en Europa sigue siendo Akira Kurosawa, que se encuentra ahora en su etapa de plena madurez. Pero en Japón aparece una nueva generación, la nueva ola japonesa, que muestra los motivos de su sociedad con problemas y conflictos. Pertenecen a este movimiento: Shohei Imamura, Evaporación del hombre (Ningen johatsu,1967), Masahiro Shinoda, Masaki Kobayashi, Harakiri (Seppuku , 1963) y El más allá ( Kwaidan, 1965) y Nagisa Oshima, El imperio de los sentidos, 1975 y El imperio de la pasión, 1977.

En la India , el país que por su población y variedad lingüística se sitúa en cabeza de la producción mundial desde los años 50, sigue su grandiosa obra Satyajit Ray, tocando todos los géneros (dramas históricos, documentales, films para niños, musicales) pero siempre muy crítico con las tradiciones de su país: Kanchenjhunga (1962) o Trueno lejano ( Ashani Sanket , 19739) son algunos jalones de una carrera de más de 40 películas. Otros autores interesantes son Ritwik Ghatak y el bengalí Mrinal Sen , muy influido por la Nouvelle Vague .

Australia

Gillian Armstrong recuerda en sus películas el mejor hacer del estilo de Hollywood, como en My brilliant career, 1978, con guiones que apuntan temas sexuales y tensiones familiares.




Latinoamérica

En México continúa su obra Luis Buñuel, que realiza en estos años algunas de sus obras capitales.

En este período surge en Latinoamérica un importante impulso cinematográfico influenciado por las nuevas teorías y por las situaciones políticas y sociales-como la Revolución cubana- que crea las bases del Nuevo Cine Latinoamericano (NCL). Es un cine de compromiso y militante, tanto desde posiciones izquierdistas como católicas progresistas, de autores que quieren ayudar a transformar el estado de las cosas con sus películas.

Tras la revolución de 1959 Cuba se convierte en uno de los focos de referencia con la fundación del ICAIC y las visitas de numerosos cineastas europeos que imparten cursos (Joris Ivens, Wajda, Zavattini, Agnés Varda,...). Se presta atención a todos los géneros y, como en muchos países del bloque socialista, a la animación y el documental. Con La muerte de un burócrata (1966) y Memorias del subdesarrollo (1968) Tomás Gutiérrez Alea se convierte en el cineasta de referencia. Con la extraordinaria Lucía (1968) Humberto Solás muestra su inclinación por un cine épico que da protagonismo a personajes femeninos. Otros nombres importantes son Julio García Espinosa , que filmó la primera película de la Revolución ( Cuba baila , 1960), Manuel Octavio Gómez , formado en España y autor de un cine revolucionario, nacionalista y didáctico y Sara Gómez con la maravillosa De cierta manera (1977).

En Argentina, La hora de los hornos (1968), un singular documental de más de cuatro horas, es el símbolo del nuevo cine ya que su director Fernando Solanas y su guinosta Octavio Getino son los autores del manifiesto "Hacia un tercer cine". Dentro de la industria destaca Leopoldo Torres Nilsson , especialista en adaptaciones literarias desde Carmen Laforet a Manuel Puig o Bioy Casares pasando por la épica Martin Fierro (1968) y la aparición de los jóvenes Luis Puenzo y Adolfo Aristaraín .

En Bolivia, Jorge Sanginés creó el colectivo Ukamau orientado a plasmar la discriminación de los indígenas. Es autor de las míticas Ukamau (1966), Yawar Mallku (La sangre del Cóndor, 1969) o El coraje del pueblo (1971).

En Chile hay una eclosión del cine hasta el golpe el golpe militar en 1973: Miguel Littin con las emblemáticas El chacal de Nahueltoro (1969) y La tierra prometida (1973) y Patricio Guzmán que rodaría ya en el exilio la trilogía La batalla de Chile (1975-78)

En Brasil el cine cobra más importancia que en otros países latinoamericanos, con el cinema novo brasileño y con Glauber Rocha liderando el NCL. Es un cine que tiene una gran fuerza expresiva y que aborda los conflictos sociales del país, en películas como Deus e o Diablo na terra do Sol (1964), y Antonio das Mortes (1968) de Glaubert Rocha; Vidas secas (1963), de Nelson Pereira dos Santos; y Os fuzis (1964), Los cazadores (1969) y Os deuses e os mortos (1970) de Ruy Guerra .

Capítulo 11: Vidas secas, Antonio das Mortes, Paisaje después de la batalla de Wajda, Rapsodia Magiar de Miklos Jancsó y Ran de Kurosawa.