Realmente Ciudadano
Kane es una película muy rica narrativamente. En ella
encontramos multitud de recursos que son utilizados por Welles con
la profusión del que maneja a la perfección su propia
lengua.
Rasgos fundamentales de la obra:
Profundidad de Campo |
 |
Conseguida con objetivos de distancia
focal corta, gran-angulares, con un ángulo de visión
más amplio que el del ojo humano. Con ello se magnifica el
espacio, se muestran varios planos (en profundidad) en uno y se
potencia la puesta en escena. Todo esto afecta a la forma de narrar.
Las tomas largas y la profundidad
de campo ofrecen multitud de significados, sugiriendo un mundo que
fluye ante nosotros y proporcionando misterio y ambigüedad.
En la secuencia en la que Kane
celebra la contratación de la plantilla del Chronicle
para su propio diario, hay dos personajes (su mentor y su mejor
amigo) que se plantean el acierto de dicha contratación.
Mientras asistimos a esta conversación en el primer término
de la imagen, al fondo vemos a Kane bailando con las vedettes
del espectáculo. En este momento la imagen está destilando
visualmente una de las claves de la película: una de las
razones del ocaso de Kane será que es incapaz de ver la amenaza
que supone la gente que acaba de contratar. La gravedad del diálogo
contrasta con el alborozo del baile, y todo en una misma imagen.
El contraplano de los dos personajes que hablan es aún más
interesante, pues nos muestra a Kane en plena juerga que se refleja
en una ventana al fondo del plano . No sólo se juega con
la profundidad sino también con el fuera de campo.
En la película hay varios
ejemplos de este tipo.
Tratamiento del Tiempo |
 |
En esta película asistimos
en poco más de hora y media a unos cincuenta años
de la vida del personaje. El director y el guionista concibieron
multitud de elipsis en la planificación, para comprimir el
tiempo, pero además, decidieron que, lejos de contar linealmente
la vida de Kane, iban a hacerlo con flashbacks (saltos atrás
en el tiempo), con las evocaciones de los personajes que le conocieron.
En las diferentes representaciones
de ópera de Susan Alexander, la segunda mujer de Kane,
los planos de ella sobre escena se suceden con los titulares de
periódicos que confirman uno tras otro los desastres de cada
nueva actuación. Con ello se consigue narrar en unos segundos
una trayectoria artística de semanas (quizá meses).
Este tipo de secuencias, que los teóricos denominan secuencias
de montaje y que son muy habituales en el cine clásico, son
recurrentes en Ciudadano Kane.
En la famosa secuencia de los
desayunos entre Kane y su primera mujer, con unos pocos planos,
unidos con barridos de cámara, se muestra el deterioro del
matrimonio durante años. Además se da más información
sobre el personaje, que sigue absorto en su trabajo y se ha propuesto
ser candidato al Gobierno.
En el montaje hay vuelos imaginativos
de joven creador, a veces son fuegos de artificio, trucos ingeniosos,
aunque sin duda muestra imaginación para revelar significados.
Son abstracciones para explicar la vida de Kane.
El veloz crecimiento del niño
Kane al Kane adulto, se resuelve con una elipsis, que en apenas
tres planos con su trineo le hacen crecer 20 años.
Ritmo |
 |
En Ciudadano
Kane, asistimos a toda su vida sin apenas darnos cuenta.
A ello contribuye la calculada progresión con que suceden
las cosas. En la primera parte, en la que vemos al Kane ambicioso,
la narración es acelerada. Las elipsis se suceden sin solución
de continuidad. Todos los elementos apoyan esta idea: encadenados
entre imágenes, cabalgados de sonido, analogías visuales
entre un plano y el siguiente... El encadenamiento entre un plano
y el que le sucede es tan rápido que apenas tenemos tiempo
de meditar sobre su ascenso (exactamente igual que el personaje).
Sólo a medida que el "Welles empresario" va siendo
más "Welles persona", el ritmo se hace más
pausado: así asistimos al enamoramiento entre Kane y Susan,
o a la noche fatídica en que su mujer y su rival político
le condenan a abandonar su carrera, y por supuesto, hacia el final
de la película, en la escena en que su mujer le abandona.
Sólo aquí se ralentiza el ritmo, cuando el personaje
reflexiona sobre su vida.
Hay otros elementos que apoyan el
ritmo dinámico: los encuadres inestables, los contrapicados,
las diagonales; los diálogos con ecos, casi fantasmagóricos;
y la iluminación con sombras y claroscuros.
Ciudadano
Kane, una producción de la RKO de 1940, fue la primera
película dirigida por Orson Welles. Ese mismo año
había llegado Welles a Hollywood, gracias sobre todo al impacto
causado por su legendaria adaptación radiofónica de La guerra de los mundos, la célebre
obra de H.G. Wells. Su emisión, en la víspera del
día difuntos de 1938, simulando que la Tierra es invadida
por los marcianos, provocó el pánico en el país:
oraciones en grupo, huidas sin destino fijo e incluso suicidios
fueron sólo algunas consecuencias de la desesperación
colectiva.
Con dicha transmisión, se ganó la llegada al mundo
del cine en unas condiciones muy ventajosas, ya que la RKO le ofreció
un contrato que le garantizaba un nivel de control artístico
realmente inaudito dentro de la industria del cine, especialmente
tratándose de un principiante. Esto provocó las iras
del mundo cinematográfico y de las revistas especializadas,
que no perdían oportunidad alguna de arremeter contra Welles.
En este ambiente surgió la
idea de Ciudadano Kane, obra inspirada en el célebre magnate
de la prensa William Randolph Hearst (del que se cuenta que hizo
estallar la guerra en Cuba para producir noticias y vender periódicos).
Un personaje que ya había sido el centro de diferentes controversias
en su vida, hasta el punto de que, incluso, en los años 30
se convirtió en algo corriente el cuestionar o incluso atacar
el viejo ideal de América y el sistema de valores que Hearst
representaba. Lo que sí resultaba nuevo era atacar a Hearst
desde el mismo Hollywood, donde ejercía una enorme influencia
y poder para tomar represalias. Por esta razón, el proyecto
se llevó de la forma más discreta posible. El primer
borrador del guión, realizado por H. Mankiewick en colaboración
con Welles, ya incluía una firme estructura argumental: la
biografía de un magnate de prensa y figura pública,
contada de forma retrospectiva después de su muerte, por
las personas que mejor le conocieron, reverenciado por unos cuantos
fieles y detestado por la mayoría. Como hilo conductor de
todos estos flashbacks, a Mankiewicz se le ocurrió la idea
de utilizar una misteriosa palabra pronunciada en el lecho de muerte
y que se supone que es la clave de toda la historia. Esa palabra
era Rosebud.
El rodaje de Ciudadano Kane se inició
en julio de 1940, llevándose a cabo bajo un enorme secreto
para evitar de esa manera las represalias de William Randolph Hearst.
Pese a lo secreto del rodaje, parece ser que el guión de
la película pudo llegar a las manos de Hearst debido a una
inocente imprudencia de Herman Mankiewicz. Aunque el proceso de
producción siguió inalterable, la batalla no tardaría
en entablarse. Los periódicos de Hearst iniciaron una feroz
campaña contra la película, con la intención
de que la RKO destruyera los negativos de la misma. El primero en
responder a esta llamada fue el presidente de la Metro-Goldwyn-Mayer,
Louis B. Mayer, quien hizo una oferta a la RKO de 842.000 por la
compra de la película para posteriormente destruirla. Los
tentáculos del magnate de la prensa se extendieron hasta
el propietario del Radio City Music Hall, local en el que debía
de hacerse el estreno mundial de Ciudadano Kane, haciendo que éste
cancelara la proyección. En cierto modo puede decirse que
Hearst se salió con la suya, ya que Kane terminó trabajando
en Europa con producciones menores (al menos entonces lo parecían).
Ciudadano
Kane costó 686.000 dólares, inversión
que no sería recuperada por el estudio. Pese a la escasa
repercusión en taquilla, las críticas de Ciudadano
Kane fueron, desde el principio, entusiastas. La película
recibió un Oscar por el guión. La responsabilidad
de la cámara corrió a cargo de Greg Tolland. La música
la compuso Bernard Herrmann.
|