La escuela de Brigthon |
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En los inicios del cine, destacan algunos precursores como
William Friese-Green que patentó un aparato "destinado
a tomar fotografías en series rápidas", y Robert
William Paul que partiendo de los modelos de
Edison, no patentados en Inglaterra, construye en 1894 el kinetoscopio
inglés, para el que creará, al año siguiente,
una cámara portátil con la que producir sus propias
películas.
Una de las aportaciones más
originales de este primitivo cine británico es la de la llamada
Escuela de Brigthon, a la que pertenecen un grupo de profesionales
iniciados tanto en la fotografía como en la incipiente cinematografía.
Sus más insignes representantes son George
Albert Smith y James Williamson,
que comienzan rodando películas según el estilo Lumière,
pero que pronto abordan pequeños relatos cómicos,
dramáticos o de fantasía, para los que habrán
de echar mano a algunos recursos narrativos muy innovadores. El
movimiento de los personajes se realiza tanto a lo ancho como en
profundidad, interrumpen el plano general de la acción para
intercalar un plano más corto, un primer plano, que permita
ampliar detalles. Aportaciones como éstas constituyen los
pilares sobre los que habrá de construirse el montaje cinematográfico.
También utilizan recursos innovadores como la sobreimpresión,
la panorámica y el travelling.
Y aún hay más. En Attack on
a Chinese Mission Station (1900), en la que Williamson reconstruye,
desde una perspectiva colonialista, un episodio de la rebelión
de los boxers, la acción se traslada, a lo largo de sus cinco
minutos de duración, a través de cuatro cuadros o
escenarios distintos, dando al relato una vivacidad y un sentido
expresivo sin precedentes. Esta intencionalidad en el montaje de
secuencias supone un paso hacia una narrativa propiamente cinematográfica,
y un alejamiento de la vía teatral, muy presente en la obra
de Méliès. Esta fragmentación
del acontecimiento, narrado en varias secuencias, empleando el plano/contraplano y un boceto de acciones paralelas, la aplica Williamson
a otro de sus hallazgos: la persecución, elemento esencial
del cine de acción, de aventuras y del western. Frente a
esta opción narrativa, ideada por Williamson, el genio teatral
de Méliès se habría limitado a coreografiar
la persecución sobre el escenario, en un único plano
general y con la cámara inmóvil. Queda clara pues
la aportación de esta escuela inglesa al nacimiento de una
verdadera narrativa fílmica.
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