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Este capítulo tiene como objetivo ofrecer unas pautas y orientaciones prácticas sobre la distribución y acondicionamiento del espacio de una biblioteca escolar, así como sobre la organización física de los documentos, procurando que las ideas expuestas sean fácilmente aplicables a cualquier centro educativo. A partir de estas pautas generales cada centro podrá realizar las adaptaciones necesarias para conseguir las instalaciones más adecuadas a sus características, o bien gestionar la creación de un espacio específico para la biblioteca escolar en el caso de que éste aún no existiera.

Son éstas las primeras actuaciones que se pueden emprender, puesto que tienen una gran incidencia sobre la biblioteca. Una mejor distribución del espacio, una buena señalización y una organización clara de los documentos son inmediatamente percibidas por alumnos y profesores y contribuyen a que la biblioteca sea un espacio más atractivo y acogedor, en el que uno se puede orientar con facilidad y acceder libremente a los documentos.

Aunque este capítulo aborde el tema de la clasificación, que se tratará en profundidad en el capítulo F (Proceso Técnico), las tareas aquí planteadas en relación con la misma se pueden realizar sin necesidad de catalogar los documentos.

1. Organización del espacio

Una biblioteca escolar no es sólo una colección organizada de documentos en diferentes soportes, sino que es también un lugar, un espacio, cuya distribución debe hacerse con criterios pedagógicos, adaptando al entorno escolar las directrices y recomendaciones existentes en este terreno.

El espacio de la biblioteca, su situación en el centro educativo y las características del mobiliario y de los equipos necesarios deben facilitar el cumplimiento de los objetivos de la biblioteca escolar.

El servicio de biblioteca e información debería estar situado en un lugar fácilmente accesible desde el máximo número de puntos del centro. Se suele aconsejar que esté situada en un lugar donde haya silencio, pero se debe dar prioridad a la accesibilidad. Es recomendable que no sea una sala de doble uso, ya que tiene que estar disponible a lo largo de todo el día para ser utilizada por individuos y grupos. También sería deseable que tuviese un buen acceso desde la calle para el reparto de libros, materiales y equipos, y para posibilitar su utilización fuera del horario escolar.

La biblioteca escolar debe contar con espacio suficiente para que los alumnos trabajen, tanto en grupos como individualmente. Las diferentes posibilidades de uso de la biblioteca deben ser tomadas en consideración a la hora de organizar el espacio. Algunos tipos de actividades son1:

Es importante diversificar los espacios de la biblioteca, creando diferentes zonas que respondan a estas posibilidades (zona de lectura relajada, zona de estudio, zona de audiovisuales, etc.)

Baró, M; Mañá, T. Formarse para informarse. Madrid: Celeste/MEC, 1996

Otro aspecto de gran importancia en la biblioteca escolar es el decorativo, pues influye en la imagen que se ofrece a los usuarios. Se debe procurar crear un clima cálido y acogedor en el que influyen la distribución de espacios, el mobiliario, el color de las paredes, la iluminación, la señalización, la decoración con plantas, con dibujos de personajes gigantes elaborados por equipos de alumnos, etc. En la decoración de la biblioteca pueden participar los profesores de Educación Plástica y Visual, los alumnos e, incluso, algunos padres o madres.

2. Equipamiento y mobiliario

La biblioteca debe contar, dentro de sus posibilidades, con mobiliario y equipos adecuados para ofrecer diferentes servicios. En una biblioteca ideal, que ofreciera múltiples servicios y actividades, se podrían distinguir los siguientes espacios, con su correspondiente equipamiento2:




Jordi, C. BCD+, mode d'emploi. Nice: CRDP de Nice / Gallimard Jeunesse, 1994.

Se debe contar como mínimo con las mesas y sillas necesarias para acoger a un grupo completo de alumnos dedicado a algún trabajo colectivo. No conviene utilizar mesas grandes, corridas, que ocupan demasiado espacio. Las mesas de lectura para cuatro personas son las idóneas, ya que permiten realizar trabajos colectivos o tareas individuales.

Una condición básica para fomentar el hábito lector entre los alumnos y alumnas es permitirles un contacto directo con los libros. Esto supone eliminar todas las barreras como, por ejemplo, las estanterías cerradas con llave o cualquier otro elemento que dificulte el acceso directo a la colección. El celo por "conservar" los documentos en buen estado puede conducir a que no se utilicen, lo que se contradice con la propia vocación de la biblioteca de difundir sus fondos.

Si se puede elegir, las estanterías serán preferiblemente metálicas ya que no se deforman con la humedad o las oscilaciones de temperatura y no albergan plagas de insectos o microorganismos. Los estantes o baldas serán móviles.

En una biblioteca escolar no deben instalarse estanterías de más de 1,80 m. de altura. Cinco baldas por estantería, con una profundidad de 25/30 cm., será lo idóneo. Es importante no ocupar por completo el espacio de las baldas, para facilitar la incorporación de nuevos volúmenes; pero, al no ocuparlas por completo, los libros corren el riesgo de doblarse, deformarse o caerse; para evitarlo, es preciso instalar sujetalibros, de los que existen diferentes modelos en el mercado, siendo los mejores aquellos que están incorporados al estante mediante un sistema de carril o similar.

Para los materiales audiovisuales, es preciso utilizar armarios cerrados con cajones o gavetas deslizables, ya que el polvo u otros elementos pueden afectar gravemente las condiciones idóneas de audición y visionado.

Los ficheros son los muebles donde se colocan los catálogos manuales o en fichas. Deben instalarse en un lugar accesible para los alumnos, para que sean realmente útiles. Esto es igualmente aplicable a los catálogos automatizados, cuyos terminales de consulta se deberán situar en lugares apropiados para facilitar su uso.

El rincón de los pequeños

En los centros de Educación Infantil y Primaria hay que tener en cuenta que los alumnos más pequeños han de tener su propio espacio dentro de la biblioteca con estanterías a su alcance, mesas y sillas de su tamaño, una alfombra con cojines y todo aquello que les facilite una estancia más agradable y acogedora en la biblioteca. Existen diversas soluciones sencillas y baratas para conseguir crear un espacio apropiado para los pequeños en la biblioteca.

Biblioteca Pública del Estado de Melilla. Sala Infantil

Las estanterías no han de sobrepasar los 1'30 metros. Para que los libros no pasen desapercibidos en las baldas, es importante colocar algunos mostrando las portadas. Para ello, es interesante contar con expositores o adaptar las estanterías colocando listones de madera en el borde externo a modo de soportes de libros.

ABACUS NATHAN. Material educativo 1996.
ABACUS NATHAN. Material educativo 1996.

Unas cajas de madera o plástico con ruedas o patas y en distintos colores pueden servir también para que los alumnos puedan ver las cubiertas de los libros.

ABACUS NATHAN. Material educativo 1996.
ABACUS NATHAN. Material educativo 1996.

3. Organización de la colección

La organización de la colección o clasificación tiene como objetivo en la biblioteca escolar, como en cualquier biblioteca, facilitar a los lectores el libre acceso a los libros y documentos. Es una de las primeras tareas que se deben abordar para permitir a los alumnos las búsquedas por exploración directa de los estantes. Estas búsquedas se enriquecerán posteriormente con la utilización de los catálogos, cuya elaboración es más compleja y, por lo tanto, pasará un largo periodo de tiempo antes de que estén disponibles.

Para conseguir la autonomía de los alumnos en las búsquedas es indispensable:

A la hora de clasificar los documentos podemos optar por varios métodos:

 

 

4. Señalización de la biblioteca

Es uno de los elementos más importantes en cualquier biblioteca, ya que sirve para orientar a los usuarios desde que entran en sus instalaciones que, en principio, les resultan desconocidas. Además, fomenta la utilización autónoma de los documentos. Por ello, señalizar con carteles atractivos es una de las primeras tareas que se deben emprender tras la clasificación de los documentos.

Podemos distinguir tres tipos de señales, que ilustramos con ejemplos de la señalización utilizada en las Bibliotecas Públicas de la Comunidad de Madrid3:

  1. SEÑALES DE UBICACIÓN Y ORIENTACIÓN. Éstas pueden ser, a su vez, internas o externas. Las externas son aquellas que orientan al lector hacia la biblioteca desde diferentes puntos del centro educativo. Las internas son aquellas que orientan a los alumnos dentro de la biblioteca, informándoles sobre las distintas áreas en que ésta se divide y la ubicación de los distintos servicios que se ofrecen.
  2. SEÑALES NORMATIVAS. Informan sobre aspectos tales como: horario de atención a los lectores, condiciones de acceso y requisitos para el mismo, plano del local y carteles sobre normas de uso (prohibido fumar, silencio, etc.). Deben situarse en lugar bien visible y próximo a la entrada.
  3. SEÑALES DE CONTENIDO. Son aquellas que facilitan información sobre los fondos bibliográficos y su ordenación.

En general, se distinguen tres apartados:


¿Cómo señalizar una biblioteca escolar ordenada por la CDU?4

Se sugiere leer antes el apartado Clasificación del capítulo Proceso técnico, donde se explica en detalle la estructura de la CDU y su adaptación al ámbito escolar.

Independientemente del sistema de clasificación utilizado en la biblioteca escolar, es absolutamente necesario que los alumnos lo comprendan y lo sepan usar. Para ello existen diversos medios, algunos de los cuales expondremos en este apartado referidos a la CDU, pero aplicables a cualquier otro sistema de clasificación.

Los sistemas de clasificación decimal encierran una gran complejidad, pero su propia estructura ofrece varios niveles de profundización que nos permitirán una utilización acorde con el nivel evolutivo de los alumnos y alumnas. Además, la sistematización que presentan tanto la CDU como la CDD, permite la elaboración de herramientas pedagógicas relativamente sencillas, pero esenciales para que los alumnos lleguen a comprender dichos sistemas. Para ello se pueden utilizar los siguientes elementos de señalización y equipamiento de los documentos:

Basado en Jordi, C. BCD, mode d'emploi. Nice: CRDP, 1994.




Basado en Jordi, C. BCD+, mode d'emploi. Nice: CRDP de Nice / Gallimard Jeunesse, 1994.

 

Todas estas herramientas resultarán ineficaces si no se acompañan con actividades de formación de usuarios que aborden el conocimiento de la biblioteca con una metodología adaptada a cada edad.

En lo que se refiere a la comprensión de la clasificación, debemos considerar varias etapas evolutivas, que determinarán los objetivos perseguidos y la metodología utilizada.

En las etapas de Educación Infantil y Primaria podemos distinguir tres fases en las que se pueden ir introduciendo paulatinamente a los alumnos y alumnas en el conocimiento de la organización de los documentos de la biblioteca:

La primera fase correspondería aproximadamente al segundo ciclo de Educación Infantil. Los objetivos que se deben perseguir son:

La segunda fase corresponde a los cursos primero, segundo y tercero de la Educación Primaria. Es el momento de introducir nuevos elementos didácticos para la comprensión de la CDU, con los siguientes objetivos:

La tercera fase corresponde a los cursos cuarto, quinto y sexto de Educación Primaria. El objetivo es profundizar en la búsqueda de los documentos a través de los códigos numéricos de la clasificación, las palabras-claves, los índices alfabéticos de éstas, los catálogos manuales o automatizados, la signatura alfanumérica de dos cifras, etc

En la etapa de Educación Secundaria Obligatoria, el objetivo será la profundización en las búsquedas de documentos, mediante un buen conocimiento del sistema de clasificación que, debido a una mayor diversificación de los fondos, presentará una complejidad superior en las subclases.

También tendrán que ir dominando el resto de los instrumentos de recuperación de la información (índice alfabético, tabla de la CDU, signatura, consulta de catálogos manuales y automatizados, etc.). Los alumnos y alumnas de esta etapa deben empezar a utilizar los términos exactos de la CDU, familiarizándose con la clasificación que encontrarán en las bibliotecas públicas.

No obstante, habrá que seguir haciendo un esfuerzo en lo referente a la señalización de la biblioteca, utilizando los códigos de color ya expuestos y todo tipo de ayudas para la localización de los documentos. Se ofrecen dos ejemplos de señalización apropiada para alumnos de estas edades: una ilustración de la CDU y una experiencia desarrollada en la Biblioteca Pública del Estado de Guadalajara.