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Durante la guerra, el gobierno alemán pone en marcha la creación de una empresa de producción cinematográfica, con la que abastecer de películas propias a las salas del país. De esta iniciativa surge en 1917, la U.F.A. (UNIVERSUM FILM A.G.), con espectaculares reconstrucciones históricas de alto costo. Alguna dirigidas por Ernst Lubitsch, que más tarde, en 1923, marcha a Hollywood donde dará al cine algunas de las comedias más perspicaces de la historia.

La espectacularidad en la reconstrucción de los acontecimientos es deudora de las grandes puestas en escena de Max Reinhardt, renovador del teatro alemán de la anteguerra, en cuya escuela se formarán los más importantes artistas del nuevo cine alemán.

EL Gabinete Del Doctor Caligari.EL Gabinete Del Doctor Caligari.El Golem. Nosferatu Los NibelungosMetropolisEl último.Fausto.La Máscara Del Placer.La Máscara Del Placer.

La Escuela Expresionista

La cinematografía alemana se verá pronto enriquecida con la incorporación de un universo temático y formal procedente de la Escuela expresionista, que nace como movimiento pictórico de vanguardia, en Munich, hacia 1910. El expresionismo propone una interpretación subjetiva de la realidad que, desde la óptica del artista, se presenta totalmente distorsionada.

En 1919 El gabinete del doctor Caligari (Das Kabinett des Dr. Caligari) produce una ruptura estética, que en el cine dará forma a un universo de fantasía, poblado por personajes de pesadilla. En esta obra aparecen ya, claramente definidas, todas las propuestas formales y temáticas del movimiento expresionista. Los decorados son realizados por el grupo Der Sturm y la historia muestra a Cesare, un médium que, bajo la influencia hipnótica del macabro doctor Caligari, comete una serie de crímenes espeluznantes.

Con esta obra, sus guionistas, Carl Mayer y Hans Janowitz, plantean una metáfora de difícil interpretación, en la que Caligari sería el Estado alemán y Cesare represantaría al pueblo, arrastrado por sus gobernantes a la guerra. Esta denuncia política desaparecerá del guión definitivo con la incorporación al proyecto del realizador Robert Wiene. Éste añade dos escenas nuevas, una al principio y otra al final, con las que altera de manera decisiva la historia, que pasa a ser el relato de un loco. Pero, estos cambios temáticos no limitarán en manera alguna las innovadoras contribuciones plásticas de esta obra:

  • Creando una atmósfera inquietante, con decorados de líneas oblícuas, inestable y de proporciones deformadas.
  • Los actores, con maquillajes y vestuario sorprendentes, estilizan sus movimientos y la interpretación para integrarse en esa escenografía alucinante.
  • Falsos efectos de iluminación, pintando luces y sombras sobre los decorados.

Paul Wegener y Stellan Ray dirigen la hermosa película El estudiante de Praga (Der studen von Prag, 1913). Paul Wegener y Henrik Galeen recuperan, con El Golem (Der Golem, 1920), una antigua leyenda judía-checa; Paul Leni narra, en El hombre de las figuras de cera (Wachsfigurenkabinett, 1924), las macabras visiones de un joven poeta en un museo de cera; Friedrich Wilhelm Murnau alcanza las más altas cotas artísticas dentro de este estilo con Nosferatu, el vampiro (Nosferatu, eine Symphonie des Grauens, 1922), adaptación libre de la novela Drácula de Bram Stoker. Murnau sustituye el rodaje en estudio y los decorados expresionistas por la filmación en exteriores naturales, escogiendo minuciosamente los rincones urbanos y los paisajes. Con este cambio de elementos fantásticos en un entorno real, Murnau confiere al relato una inquietante veracidad.

La Escuela expresionista muestra predilecciónpor los temas fantásticos de antiguas leyendas o de oscuros escenarios de terror. Una tendencia que muchos estudiosos reconocen como claro reflejo de la inestable situación política y social que atraviesa la recién inaugurada República de Weimar.

Otra figura importante de esta escuela es Fritz Lang que, habiendo estudiado arquitectura y Bellas Artes, aportará al expresionismo una nueva concepción arquitectónica y monumental que encuentra su pleno desarrollo en Los Nibelungos (Die Nibelungen, 1923-24), colosal epopeya germánica en la que se anuncia el renacimiento de un misticismo racial que abrirá camino al nazismo. Metrópolis (Metropolis, 1926), su siguiente película, es un endeble relato futurista, que presenta una sociedad dividida según su raza en dos estamentos fundamentales: el de los señores y el de los infrahombres, esclavos que viven bajo tierra, sometidos al poder de las máquinas. Se trata de una narración panfletaria en la que el señor, que representa al capitalismo, libera a sus obreros de la tiranía de una maquina, una mujer-robot. El film finaliza con la reconciliación entre capitalismo y trabajo. La autora de este guión y del de Los Nibelungos es Thea von Harbou, esposa de Lang y luego militante nazi, a quien se ha considerado responsable última de la inclinación ideológica en ambas obras. A la escasamente estimulante narración de Metrópolis, Lang incorpora su dominio en la articulación de espacios, volúmenes y claroscuros, aportando a la historia del cine algunas de las imágenes más revolucionarias y llevando al expresionismo arquitectónico a su más alto nivel artístico.

Capítulo 1: (al final) Homenaje de Ettore Scola a Metropolis.
Capítulos 7: Metropolis y Capítulo 11 Metropolis y Nosferatu.

 

 

La Kammerspislfilm

Mientras el expresionismo evoluciona rápidamente con nuevos efectos de iluminación, decorados mas perfectos y, en algunos casos, escenarios naturales, surge otra corriente dentro de la escuela alemana: una reacción realista que se inspira en las experiencias escénicas desarrolladas por Max Reinhardt en el Kammerspiel o Teatro de cámara. Se trata del Kammerspielfilm, que abandona los temas fantásticos y los decorados expresionistas, para intentar una aproximación al drama cotidiano de unos personajes sencillos, inmersos en un espacio reducido, la modesta vivienda, que, sin más atributos, adquiere aquí un carácter claustrofóbico.

Una propuesta impulsada, en gran medida, por la labor del guionista Carl Mayer, cuyos dramas resultan excesivamente simplistas y aún algo teatrales. Directores importantes se sentirán atraídos por esta corriente del expresionismo, en la que aportarán al cine alemán algunas de sus más grandes obras cinematográficas.

Tal es el caso de Murnau, que con El último (Der letzteMann, 1924), conduce al cine alemán, con éxito, del expresionismo al más puro realismo social. Pero además, no deja de innovar en el lenguaje plástico aportando a la narración la dinámica de una cámara en constante movimiento, ya sea a través de travellings subjetivos (atando la cámara al pecho del operador), travellings circulares y movimientos de grúa (ubicando la cámara en el extremo de una escalera de incendios). De este modo, con Murnau, la cámara queda definitivamente liberada de su estatismo. Tras Tartufo (Tartüff, 1925), adaptación libre de la obra de Molière, y Fausto (Faust, 1926), Murnau, que se encuentra en el momento más alto de su carrera, abandona su país y, como tantos otros, marcha a Hollywood.


La Corriente Realista

La reacción realista iniciada por el Kammerspielfilm será ampliamente rebasada por un grupo de cineastas alemanes, de los cuales destacará George Wilhelm Pabst que, en 1925, realiza Bajo la máscara del placer (Die freudlose gasse).

Con esta película, el cine alemán inaugura una tendencia profundamente realista y polémica, de marcado carácter social, que además abandona definitivamente las últimas reminiscencias de la estética teatral presentes en el expresionismo. Una corriente realista que refleja las miserias de una sociedad en decadencia, sometida al desequilibrio económico que atraviesa el país. Así se convierte el cine en vehículo de transmisión de la realidad social de un momento histórico concreto, primer paso en la configuración de un cine comprometido social y políticamente.