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La Escuela Expresionista |
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La cinematografía alemana
se verá pronto enriquecida con la incorporación de
un universo temático y formal procedente de la Escuela expresionista,
que nace como movimiento pictórico de vanguardia, en Munich,
hacia 1910. El expresionismo propone una interpretación subjetiva
de la realidad que, desde la óptica del artista, se presenta
totalmente distorsionada.
En 1919 El
gabinete del doctor Caligari (Das Kabinett des Dr. Caligari)
produce una ruptura estética, que en el cine dará
forma a un universo de fantasía, poblado por personajes de
pesadilla. En esta obra aparecen ya, claramente definidas, todas
las propuestas formales y temáticas del movimiento expresionista.
Los decorados son realizados por el grupo Der
Sturm y la historia muestra a Cesare, un médium que,
bajo la influencia hipnótica del macabro doctor Caligari,
comete una serie de crímenes espeluznantes.
Con esta obra, sus guionistas, Carl
Mayer y Hans Janowitz, plantean
una metáfora de difícil interpretación, en
la que Caligari sería el Estado alemán y Cesare represantaría
al pueblo, arrastrado por sus gobernantes a la guerra. Esta denuncia
política desaparecerá del guión definitivo
con la incorporación al proyecto del realizador Robert
Wiene. Éste añade dos escenas nuevas, una al
principio y otra al final, con las que altera de manera decisiva
la historia, que pasa a ser el relato de un loco. Pero, estos cambios
temáticos no limitarán en manera alguna las innovadoras
contribuciones plásticas de esta obra:
- Creando una atmósfera inquietante, con decorados de líneas
oblícuas, inestable y de proporciones deformadas.
- Los actores, con maquillajes y vestuario sorprendentes, estilizan
sus movimientos y la interpretación para integrarse en esa
escenografía alucinante.
- Falsos efectos de iluminación, pintando luces y sombras
sobre los decorados.
Paul Wegener
y Stellan Ray
dirigen la hermosa película El
estudiante de Praga (Der
studen von Prag, 1913). Paul
Wegener y Henrik Galeen recuperan,
con El Golem (Der Golem, 1920), una
antigua leyenda judía-checa; Paul Leni
narra, en El hombre de las figuras de cera
(Wachsfigurenkabinett, 1924), las macabras visiones de un
joven poeta en un museo de cera; Friedrich
Wilhelm Murnau alcanza las más altas cotas artísticas
dentro de este estilo con Nosferatu, el
vampiro (Nosferatu, eine Symphonie des Grauens, 1922), adaptación
libre de la novela Drácula de Bram Stoker.
Murnau sustituye el rodaje en estudio
y los decorados expresionistas por la filmación en exteriores
naturales, escogiendo minuciosamente los rincones urbanos y los
paisajes. Con este cambio de elementos fantásticos en un
entorno real, Murnau confiere al relato una inquietante veracidad.
La Escuela expresionista muestra
predilecciónpor los temas fantásticos de antiguas
leyendas o de oscuros escenarios de terror. Una tendencia que muchos
estudiosos reconocen como claro reflejo de la inestable situación
política y social que atraviesa la recién inaugurada
República de Weimar.
Otra figura importante de esta escuela
es Fritz Lang que, habiendo estudiado
arquitectura y Bellas Artes, aportará al expresionismo una
nueva concepción arquitectónica y monumental que encuentra
su pleno desarrollo en Los Nibelungos (Die
Nibelungen, 1923-24), colosal epopeya germánica en
la que se anuncia el renacimiento de un misticismo racial que abrirá
camino al nazismo. Metrópolis (Metropolis,
1926), su siguiente película, es un endeble relato
futurista, que presenta una sociedad dividida según su raza
en dos estamentos fundamentales: el de los señores y el de
los infrahombres, esclavos que viven bajo tierra, sometidos al poder
de las máquinas. Se trata de una narración panfletaria
en la que el señor, que representa al capitalismo, libera
a sus obreros de la tiranía de una maquina, una mujer-robot.
El film finaliza con la reconciliación entre capitalismo
y trabajo. La autora de este guión y del de Los
Nibelungos es Thea von Harbou,
esposa de Lang y luego militante nazi, a quien se ha considerado
responsable última de la inclinación ideológica
en ambas obras. A la escasamente estimulante narración de
Metrópolis, Lang incorpora
su dominio en la articulación de espacios, volúmenes
y claroscuros, aportando a la historia del cine algunas de las imágenes
más revolucionarias y llevando al expresionismo arquitectónico
a su más alto nivel artístico.
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Capítulo 1: (al final) Homenaje de Ettore Scola a Metropolis.
Capítulos 7: Metropolis y Capítulo 11 Metropolis y Nosferatu. |
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La Kammerspislfilm |
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Mientras el expresionismo evoluciona
rápidamente con nuevos efectos de iluminación, decorados
mas perfectos y, en algunos casos, escenarios naturales, surge otra
corriente dentro de la escuela alemana: una reacción realista
que se inspira en las experiencias escénicas desarrolladas
por Max Reinhardt en el
Kammerspiel o Teatro de cámara. Se trata del Kammerspielfilm,
que abandona los temas fantásticos y los decorados expresionistas,
para intentar una aproximación al drama cotidiano de unos
personajes sencillos, inmersos en un espacio reducido, la modesta
vivienda, que, sin más atributos, adquiere aquí un
carácter claustrofóbico.
Una propuesta impulsada, en gran
medida, por la labor del guionista Carl Mayer,
cuyos dramas resultan excesivamente simplistas y aún algo
teatrales. Directores importantes se sentirán atraídos
por esta corriente del expresionismo, en la que aportarán
al cine alemán algunas de sus más grandes obras cinematográficas.
Tal es el caso de Murnau,
que con El último (Der letzteMann,
1924), conduce al cine alemán, con éxito, del
expresionismo al más puro realismo social. Pero además,
no deja de innovar en el lenguaje plástico aportando a la
narración la dinámica de una cámara en constante
movimiento, ya sea a través de travellings subjetivos (atando
la cámara al pecho del operador), travellings circulares
y movimientos de grúa (ubicando la cámara en el extremo
de una escalera de incendios). De este modo, con Murnau, la cámara
queda definitivamente liberada de su estatismo. Tras Tartufo
(Tartüff, 1925), adaptación
libre de la obra de Molière, y
Fausto (Faust, 1926), Murnau, que se encuentra en el momento
más alto de su carrera, abandona su país y, como tantos
otros, marcha a Hollywood.
La Corriente Realista |
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La reacción realista iniciada
por el Kammerspielfilm será ampliamente
rebasada por un grupo de cineastas alemanes, de los cuales destacará
George Wilhelm Pabst que, en 1925,
realiza Bajo la máscara del placer
(Die freudlose gasse).
Con esta película, el cine
alemán inaugura una tendencia profundamente realista y polémica,
de marcado carácter social, que además abandona definitivamente
las últimas reminiscencias de la estética teatral
presentes en el expresionismo. Una corriente realista que refleja
las miserias de una sociedad en decadencia, sometida al desequilibrio
económico que atraviesa el país. Así se convierte
el cine en vehículo de transmisión de la realidad
social de un momento histórico concreto, primer paso en la
configuración de un cine comprometido social y políticamente.
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